miércoles, 16 de febrero de 2011


Cerró los ojos pero en su mente y en su desazón la ausencia de sueño eras totales. Tensión. Entonces escuchó el roce. Abrió los ojos y giró la cabeza justo en el instante en que él aparecía por encima de ella. Su rostro, en la penumbra, brilló como una estrella más. Una constelación.
- ¿Que haces aquí?- Se extrañó
- Quiero estar contigo - Cuchicheó él.
- ¿Conmigo? - Se extrañó aún más.
- ¿Puedo?
- Claro que..
- No es una buena noche.
Él se metió bajo la manta y pegó su cuerpo al de ella. Sus rostros respiraban ahora el mismo aire, y estaban tan juntos como dos hojas prisioneras del mismo tallo.
- Vamos, abrázame - le pidió - Hace frío.
Le obedeció. Él también le paso la mano libre alrededor de su cuerpo. Apenas si la mantuvo ahí un par de segundos. La subió hasta alcanzar su mejilla. Ella estaba muy inquieta.
- ¿Quieres que te dé un beso?- Le preguntó él.
Asintió con la cabeza.
Él la besó. Fue un contacto más largo que el primero, y más húmedo. La punta de su lengua recorrió los labios de la muchacha despacio.
Su cuerpo, como otras veces experimentó el cambio del amor.
Tuvo que moverse.
Ella sonrió.
- Tranquilo - le dijo en susurro - Es natural.
- Shhh..
Otro beso
- ¿Quieres aprender?
- Sí
- Entonces, relájate. Estás conmigo. Relájate y déjame a mí ¿de acuerdo?
No quería cerrar los ojos. Quería mirarlo, recordar siempre aquel instante. Los ojos se le cerraron dulcemente con el siguiente beso y con la caricia de aquel muchacho, por debajo de su ropa, directamente su piel. Era lo más hermoso que jamás hubiese experimentado.

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